Esta serie de esculturas Totom son una representación taoísta de la conjunción y el equilibrio de los aspectos divinos de la naturaleza.
Uno de los conceptos clave del taoísmo es el ying y el yang. Son dos fuerzas esenciales de la naturaleza, opuestas entre sí, pero que se complementan. Claro y oscuro, femenino y masculino, caliente y frío, seco y húmedo, dócil y creativo.
Tao es la esencia de todas las cosas, lo abarca todo, no es ni superior ni inferior, ni masculino ni femenino, pero es todo a la vez.
En su primera manifestación, cuando se descubre a sí mismo, surge el principio masculino y femenino. En el centro, el hombre, representado por el pez que cuando mira hacia arriba lo ve todo azul, y cuando mira hacia abajo lo ve todo azul.
Las energías femenina y masculina se necesitan mutuamente, sin la una no existe la otra.
El masculino, el yang, es cálido, fuerte, intenso como un dragón, se expande y no encuentra límites, es brillante, activo, es el sol y lo luminoso. Tiende a expandirse y manifestarse.
Lo femenino, el ying, es frío, débil, oscuro, húmedo, es la luna, el invierno. Tiende a retener, a retener, a permanecer.
El ying y el yang se entienden en tres movimientos: cambio, diferencias y equilibrio.
Comprender el ying y el yang, integrar su sabiduría, es aceptar los ciclos de la vida.
El cambio cíclico y natural se vive en armonía cuando permitimos que el ying y el yang se complementen y se abracen, dando luz en su abrazo amoroso, a todos los seres.