Autorretrato del pintor
El autorretrato del pintor retrata al artista, sus dudas, sus temores, sus vivencias, cómo se siente él consigo mismo, cómo se ve a sí mismo.
Los pintores que buscan tener cabida en la realidad que les rodea, se retratan o se esconden en sus obras, simulando ser una realidad más, situándose como parte del mundo que intentan reflejar en sus obras.
Los pintores que permanecen anónimos, muchas veces se identifican como testigos de esa realidad, no se consideran creadores ni cocreadores de ese mundo que están retratando.
Otros pintores se autorretratan en solitario, reflejando una incansable necesidad de encontrarse, quererse, conocerse a sí mismos.
En el caso de Antonio García Calvente, se autorretrata en muchas ocasiones señalando su necesidad de entender el propio proceso creativo y la búsqueda de inspiración.
Pintor mirando al cielo
El pintor mirando al cielo, es una obra de Antonio que refleja la busqueda de inspiración del pintor en lo superior, lo elevado, lo espiritual.
Se trata de dos obras, separadas en el tiempo, realizadas con un día de diferencia, con color similar, un tamaño similar, una estructura parecida, ambas retratan la cabeza de un hombre mirando hacia arriba. Uno con barva, envejecido, otro sin barba, calvo.
El primero, realizado en junio del 2026, representa parte del trabajo Microcosmo, una búsqueda de elevar la mirada y encontrar en el Macrocosmo las respuestas del mundo interior. Es un hombre emvejecido porque retrata como Antonio se sentía en ese momento, viejo, experimentado, como quien lleva demasiado tiempo buscando y ya sólo le queda un lugar donde encontrar las respuestas que necesita.
El otro retrato, justo el día siguiente, representa lo mismo, pero con la diferencia de que carece de pelo. En el camino espiritual, el pelo representa el orgullo, la personalidad, el disfraz, el ego. Cuando el hombre se quita el pelo, se quita el orgullo y desnudo con humildad se lanza al camino espiritual.
Esta ligera corrección de la obra se puede considerar un detalle importante, como una corrección, una forma de pedir disculpas al cielo o a uno mismo, por mirar y buscar hacia lo elevado con arrogancia.
En esta segunda obra, el pintor se rinde, su esfuerzo le ha llevado a comprender que no tiene ninguna posibilidad el sólo, y se rinde. Se quita su ego, se quita su vanidad, se quita su disfraz, ya no busca respuestas, tan sólo mira hacia el cielo.
Autorretrato
El autorretrato de la colección que se presenta es una obra al óleo grande, de 97x130cm, con un estilo expresionista. Realizada en 2004 y expuesta por primera vez en 2005, como podemos comprobar en la autenticidad que Antonio firmó en la parte posterior del lienzo para la exposición.
Podemos también comprobar un tipo de trazo más ancho de lo normal, incluso para una obra gran grande, y la tendencia de la mirada hacia la izquierda, la mirada inversa, que retrataba Antonio en tantas obras, representando que cualquier realidad no es más que el reflejo de otra realidad. Así, en la simbología antigua tanto artística como de escudos y arquitectónica, todo lo que mira hacia la derecha habla de lo legítimo, lo real, lo natural, lo manifiesto, y todo aquello que mira hacia la izquiera habla de lo ilegítimo, lo falso, lo oculto, el mundo onírico, lo escondido o lo secreto.
Antonio García Calvente retrata aqui su sueño, su imagen, su reflejo.
Pintor y modelo
En esta obra Antonio se retrata con una modelo
Es una obra expresionista donde el pintor, con un aspecto jóven y una mirada inocente, pinta un cuadro de una modelo. El pintor ni si quiera mira el cudro, ni el pincel, ni la paleta, mira a la modelo, embelesado por ella. Tal vez asustado.
Es un óleo sobre lienzo pintado el 28 de marzo del 2006, de 161x163cm.
La modelo da la espalda al pintor, pues la realidad, la experiencia que el pintor intenta retratar, da la espalda al curioso que intenta conocerla y retratarla. La realidad se vive, independientemente de las miradas curiosas y ociosas.
El cuadro no tiene fondo, ni contexto, las figuras están suspendidas en un baño blanco y azul, sin embargo la modelo, retratada en el cuadro que pinta el pintor, sí está en un lugar, un templo. Representa que la modelo, el pintor la percibe como una musa, enviada del cielo, considera que está en un lugar sagrado, espiritual, un lugar que sólo el puede ver.
En la paleta, el pintor tiene los colores del revés de como Antonio solía colocarlos. De claros a oscuros de derecha a izquierda. Nos muestra nuevamente que es un reflejo, no una realidad completa, sino una representación de algo, un sueño de algo.
Ambos, pintor y modelo, están desnudos. También algo común en las obras de Antonio, pues el alma, la psique, está desnuda. Cualquier prenda de vestir no es más que un disfraz, y para vivir algo, para experimentarlo, para serlo, hay que presentarse sin vanidad, sin arrogancia, sin disfraces.
Esta obra que retrata al pintor, o a su arte, o su vida, o su inspiración, nuevamente aparta al pintor del centro del cuadro y retrata el camino que elige el artista para llegar a su creación.
Díptico introspección
El díptico introspección, pintado en junio del 2026 163x260cm, finalizado 4 días antes justo del cyuadro «Hombre mirando al cielo», y 5 antes del «Pintor mirando al cielo», representa la experiencia de búsqueda creativa del pintor para elaborar su creación.
Esta obra retrata los símbolos clave retratados por la pintura de Antonio: la maternidad, la sirena, los peces, el caballo, la tortuga, el caracol… Aquí el pintor no sostiene pinceles, sino paletas, tal cuál Antonio utilizaba.
El pintor está retratado con cuernos, representando su aspecto sátiro y sus deseos vanales, los cuales le pueden arrastrar y equivocar todo el arte.
Aun con todos los elementos tan valiosos que le rodean, está pintando un caballo, un caballo que no está en ningún otro lugar salvo en su cuadro. Representa que aquello que ve, sólo está dentro de él mismo.
La dirección de las miradas también son significativas:
El pintor, el bebé la sirena y uno de los peces mira hacia la izquiera. No son realidades en sí mismas, son representaciones, son símbolos, son sueños. Pertenecen al mundo del inconsciente, son probabilidades, posibilidades, movimientos aun por generar algo concreto.
La mujer, el caracol, el caballo, el otro pez, la tortuga y la serpienten, miran a la derecha, son realidades tangibles, el mundo físico, de la conciencia, de la vigilia, son realidades concretas y conscientes del mundo conocido.
La figura de la madre y el bebé representa el aspecto maternal y femenino de la naturaleza, la montaña, la que sostiene, guardando y abrazando el bebé, que es una realidad masculina y creativa aun por formarse, el bebé es todo cuanto puede llegar a ser y nada de eso a la vez. Es la posibilidad, el futuro, la fuerza creativa en sí misma. Su mirada traviesa, incluso pícara, es aquella mirada de quien ya sabe que ES, que puede llegar a ser cualquier cosa, que guarda dentro de sí toda la fuerza del mundo y cuando pueda la sacará. Es la mirada del anciano sabio que no tiene nada que perder.
La madre tiene una mirada sumisa, tranquila, cansada. Representa quien sostiene, lo femenino, lo receptivo, la montaña que sostiene toda la fuerza, la tierra que nos abraza y sujeta, pero a la vez, no lucha, no amenaza.
Es una obra completa, un díptico intenso y colorido con gran significado.