Inspiración artística
La inspiración artística surge sin más, no se busca, aparece. A veces nos impulsa sin control, y otras parece que nos abandonó.
¿Cómo comenzar un trabajo artístico?
Para saber cómo comenzar un trabajo artístico, hay que distinguir el lenguaje que se utilizará en esa expresión.
Como ejemplo, vamos a acudir a la música.
En música hay dos tipos de armonías: tonal y modal. La armonía tonal es aquella que tiene una sonoridad concluyente. Tiene la tónica, la nota sobre la que surge toda la armonía, en el inicio y el final de la escala musical, esto hace que al inicio y al final, la mente, el oído, busque esa tónica. El compositor que trabaja sobre una armonía tonal, se basa en una estructura determinada, en tiempos, estructuras de transposición, o expresiones que inician y acaban en esa tónica.
El resultado de trabajar sobre este lenguaje armónico, sería como contar una historia con un inicio y un final. Una historia que tenga una conclusión, y en esa historia, hay muchos detalles que no son importantes, que no son necesarios, hay una necesidad de hacer ese viaje y concluirlo de manera satisfactoria.
De hecho, en la música tonal, cuando la interrumpes, sientes algo incómodo, sientes que falta algo, necesitas ese final.
La armonía modal, en cambio, tiene la tónica en el centro de la escala musical. Hasta el renacimiento esta era la armonía que se utilizaba.
El compositor, al utilizar un tipo de armonía modal, “danza” sobre la tónica, por encima y por debajo de ella, juega con ella. Cuando escuchamos música modal, da la sensación de que no necesita concluirse, que no cuenta nada, que simplemente te eleva y te transporta con armonías, juegos sonoros, ritmos…
Sería, en el ejemplo de una historia, cuando se cuenta la historia de una vida entera. Está llena de matices, detalles en los que puedes entretenerte. No pasa nada por no concluirla, puedes iniciar en la mitad, y finalizar en el inicio.
Inteligencia y sensibilidad artística
El arte uno dos aspectos humanos: inteligencia y sensibilidad artística. Se vale de estos dos aspectos y los unifica en uno.
El arte necesita el sentir, porque habla de él, y necesita la inteligencia porque la utiliza para expresar el sentir. Uno no puede vivir sin el otro. El arte sin inteligencia, tarde o temprano se hunde, se pierde. Las poderosas emociones acaban impulsando con fuerza hacia ese precipicio sin fondo donde uno ya no sabe la diferencia entre lo que es, quién es y lo que está viviendo. Perdemos el control en ellas y nos impulsan hacia el inconsciente quitando todo sentido y racionalidad a la vida.
El arte sin emoción, sin sentimiento, carece de profundidad. Puede llamar la atención un tiempo, en un momento determinado, pero poco después, deja de ser grato, pues deja de tener sentido. Es frío e insensible. Se torna insultante, cruel, molesto. A veces demasiado llano, insulso, a veces demasiado desagradable e incluso soez.
El humano mantiene la búsqueda del equilibrio entre la mente y el sentir, toda nuestra vida busca ese equilibrio, el arte es el puente entre ambas.
Al iniciar una obra artística, uno debe estar conectado con ambas, comprendiendo que se valdrá de ambas.
La inspiración es un sentir, no tiene cabeza, no tiene dirección, es impulsiva, inconsciente. La inspiración artística surge sin más. Ahora hay que amasarla con tacto, conscientes, comprendiendo lo que tenemos entre las manos, con cuidado para no cambiarla, pues la inspiración es frágil como una flor.
Ahora, surge en uno esa inspiración, surge algo que expresar, conocemos el lenguaje que se utilizará, entonces no hay que dudarlo ni un instante, empecemos a trabajar y ahondemos con toda nuestra alma en lo que estamos viviendo. Entonces el trabajo se convertirá en arte.
Lenguaje artístico
A la hora de crear una obra de arte, a diferencia de bocetos o juegos con formas y armonías, uno debe comprender qué lenguaje utilizar, cuál es el objetivo.
Siempre hay algo sobre lo que nos apoyamos, puede ser el yo, la vivencia de alguien, una emoción, siempre hay una “tónica” que no tiene por qué ser algo con un significado concreto, sino como la música, puede señalar un sentir, un estado, un aspecto de la naturaleza. Y sobre él ¿cómo nos vamos a recrear?
Entonces, comprendiendo esto, se puede iniciar un trabajo artístico.
El trabajo artístico no es únicamente un juego con texturas, colores, técnicas… el trabajo artístico es comunicar, expresar, y para ello tiene que haber algo que expresar y un lenguaje a través del cual será expresado. Uno ha de tener claro qué quiere expresar, y en qué idioma lo expresará.
Hay artistas que aseguran que sus obras no significan nada, que no tienen ningún mensaje, más, una sonrisa ya es un mensaje en sí mismo, todo cuanto hacemos expresa algo, gestos, palabras, onomatopeyas. Cuando más complejo sea lo que expresamos, es probable que más complejo sea el lenguaje utilizado, o es probable que más nos cueste dar con las palabras para expresarlo. Pero todo tiene un mensaje, pues todo tiene un lenguaje.
La misma naturaleza se vale del lenguaje, un lenguaje que pasa desapercibido, pero existe una forma de “comunicación”, de conexión y relación entre todos los elementos de la naturaleza. No necesitan palabras, ni gestos, pero de alguna forma se comunican, porque se entienden entre ellos.
Cuando eso se tiene claro, el trabajo artístico es directo. Uno comprende que está expresando algo y sabe qué lenguaje utilizar para expresarlo.
¿Se puede hacer todo este proceso inconscientemente? Por supuesto que sí. Igual que el bebé expresa tanto sin saber lo que está expresando, igual que un gesto, un llanto, un beso, expresan sin intención.
La frescura en la expresión, es un tema muy estudiado en la estética del arte. Más ahora no estamos abordando un tema estético ni filosófico, sino simple y llanamente el inicio de algo.
El mensaje del artista
El mensaje del artista, en gran medida, carece de importancia en el resultado final. Igual ocurre en la comunicación general, no importa tanto la intención, ni lo que uno intenta comunicar, el resultado final es más relevante. Muchas veces observamos personas que se contradicen entre lo que dicen y lo que hacen, no hay coherencia. Ellos creen que hablan de un tema, pero expresan algo completamente diferente, entonces ¿es importante la intención? ¿Es importante lo que uno dice, o lo que uno hace?
Por más que uno crea que es fiel a lo que piensa, el instinto, las emociones, el sentir, nos arrastra y nos delata. Entonces en primer plano esta ese sentimiento que a veces nada tiene que ver con lo que uno piensa.
Por esto, la intención del artista, en el resultado final, no es tan valiosa como uno piensa. Y, cuanta menos coherencia tenga una persona, menos importancia tendrá su intención.
Si viviéramos en una sociedad donde la coherencia fuese un valor esencial, es posible que esta intención fuese algo a tener en cuenta, pero hoy por hoy, no es así. Y, en definitiva, nos podemos quedar con ese resultado final porque es más válido incluso que la propia intencionalidad, ya que es real, es algo manifiesto, es tangible, visible. La intención, sólo es el deseo.
A la hora de componer una obra, o a la hora de iniciarla, es bueno tener esa intención, pero el resultado será mucho más interesante.
Todos queremos tener hijos sinceros, buenos, inteligentes, perseverantes… nuestra intención como padres es formar hijos válidos e íntegros, pero cuando observamos una persona no analizamos la intención de los padres, sino el resultado en el trato y la educación que entregaron.
El sentido inspiración
El mensaje de la propia inspiración, eso sí es relevante, porque es lo que mueve por dentro. La inspiración, muchas veces no entendida por el artista, le impulsa a crear. La inspiración es honesta, pura y clara. No se vale de escusas y no intenta disimular nada.
La inspiración, como un tornado, levantará todo y lo arrojará en la dirección que desee sin miramientos.
Al final, es esa inspiración la que empuja al artista a actuar, la que grava su sello sobre la obra artística, y la que finalmente conmueve a quien disfruta de la obra. Y es esa inspiración la que nos transformará y transportará a través de un viaje interior.
Por ello, cuando uno siente esta inspiración, ha de actuar. Sin pensarlo, sin interpretarlo.
Entonces esa inspiración nos sirve de llave para abrir puertas de la mente. El artista sólo tiene que elegir el medio, el lenguaje que utilizará, los aspectos más superficiales del trabajo. Y la inspiración logrará dar la vuelta al trabajo, porque en definitiva es la inspiración el motor que todo lo ha generado, y si lo escuchas, te dará la mano y no te soltará.